viernes, 9 de mayo de 2008

La importancia de las marcas


“La marca es lo único que poseemos, todo lo demás también lo tienen nuestros competidores”. Marçal Moliné.

Cuando la raza humana se tecnificó durante la revolución industrial, la sociedad tuvo sus más profundos cambios desde el neolítico. Y uno de los más amplios se dio en el comercio. Ya no se trataba de cambiar mis productos por los de otro, sino de producir mucho para cambiar mis productos por dinero. Y si tenía los medios para producir, pues tendría mucho dinero.

En la revolución industrial se desarrolló la industria del acero y el carbón, haciendo de los ferrocarriles el medio de transporte más eficiente hasta ese momento de la historia. Se desarrolló la máquina de vapor y con ella, las textileras, las lavadoras, las estufas y muchos otros aparatos que hoy hacen parte del paisaje en nuestras vidas. Esto desechó para siempre la idea del trabajo manual como una forma de producir recursos a escala. De hecho, el movimiento Arts and Crafts quiso recuperar el perdido valor del trabajo manual, pero se quedó en un movimiento estético sin mayores impactos económicos. De allí la importancia de los medios de producción.

Así, si yo tenía una textilera, entonces contrataba obreros, les pagaba un salario mínimo y producía textiles para abastecer muchos almacenes. Si yo tenía los medios de producción, tenía el poder. Era el patrón. Allí nació el diseño industrial y con él, el producto como elemento de intercambio. Y el producto se convirtió en protagonista absoluto del comercio.

General Electric (fundada por Thomas Edinson) comenzó a fabricar bombillas. Y su negocio creció de manera envidiable por varios años, hasta que Philips incursionó en la categoría. Ambas eran bombillas. Ambas cumplían su función. Para los usuarios era igual, pero para los productores se convirtió en un reto.

Eso sucedió con muchos otros productos. En un principio el simple hecho de que existiera el producto era suficiente para que el productor tuviera clientes y los clientes satisficieran su necesidad. El problema comenzó cuando hubo más de un productor con el mismo producto. Tocaba diferenciarse. Tenían que competir entre sí para lograr tener la mayoría de los clientes.

Así nacieron las marcas. La necesidad inicial fue hacer reconocible la procedencia de los productos para diferenciarlos. Así se podía responder por “garantías” (muy someras en un principio), por calidad, por respaldo, etc.

Luego el panorama cambió. La gran cantidad de ofertas en el mercado hizo a los consumidores “malcriados” y se volvieron más exigentes. Ahora empezaron a evaluar muy bien las diferentes marcas y escogían la que más les convenía por precio, calidad, respaldo, etc. Pero más adelante eso no fue suficiente.

En el presente los consumidores buscan sentirse identificados con las marcas que compran. Ya la calidad se da por sentado, no es un plus, y el precio se encuentra más o menos regulado por las condiciones del mercado. El asunto para los consumidores hoy en día es sentirse identificados con sus marcas. Si yo uso Diesel es porque me siento como sus estereotipos publicitarios, lo mismo si uso Decko o Guess.

Esa es la razón por la cual las marcas marcan tendencia hoy en día. Cada marca tiene un mercado cautivo y lucha por mantenerlo satisfecho y por acrecentarlo. Si no hay marcas, no hay posibilidades de mostrar la diferencia. Tampoco hay posibilidades de sentirse pleno con lo que se compra.